Tierra de Babel
Jorge Arturo Rodríguez
Coincidencias políticas
Pues no, no entendemos ni entenderemos: los demonios se visten a la moda. ¿Dije “demonios”? Bueno, en realidad debí escribir “los políticos se visten a la moda” (en todos los sentidos)… Claro, hay excepciones, pero son como agujas en un pajar. Me pregunto si son alienígenas, quizás mutantes, y están acabando con el mundo porque esa es la orden venida de “arriba”. Desde luego, fantaseo, pero que tal si resultara cierto, ya ven que la realidad supera a la fantasía, dicen.
Y otra vez la misma gata pero revolcada, más de lo peor: México derechito a convertirse, ahora sí, en propiedad de las grandes corporaciones y de los políticos amañados, en íntimas, escabrosas relaciones financieras. Vale madres lo que digan y hagan los mexicanitos jodidos. Es el finiquito de un negocio que empezó hace muchos años. Ya sabemos la historia –eso espero pero más desespero.
Sin ir tan lejos, primero por “los güevos de Trump” Estados Unidos amenazó y amenaza con retirarse del TLCAN. Luego, hace unos días, el expresidente de México, Carlos Salinas de Gortari, reaparece en nuestro país, previo al inicio del proceso electoral 2018. Vaya coincidencia atinadamente prevista y coordinada, como “mead(e)amente” programada”, ¿o no?
Luis Videgaray fue el primero en elogiar a José Antonio Meade para ser el mero bueno, el candidato “destapado”, y ¿acaso no fue Luisito quien dizque organizó hace meses la visita del entonces candidato Trump a México para que se entrevistara con el mandatario mexicano? Y acuérdense que Videgaray fue Secretario de Hacienda y Crédito Público. Saben las trampas de la fe financiera.
El chiste es que ahora Carlitos Salinas dijo: “El PRI tiene a un formidable precandidato en José Antonio Meade y estoy seguro que con su calidad humana, su honestidad, su enorme talento y su amor a México podrá hacer una labor formidable”.
Palabras claves: “calidad humana”, “honestidad”, “talento”, “amor a México”, “labor formidable”. ¿Puras coincidencias? ¿Acaso no son así toooodooos los políticos?
Y todavía nos falta por conocer a los otros gallitos; bueno el de Morena ya lo sabemos; el del Frente, dicen que Anaya; y el independiente, “El Bronco”; a ver si se cuela la ex primera dama, Margarita Zavala. ¿Alguna novedad? Sí, los mexicanos estamos cayendo, otra vez, en la trampa. La naturaleza de ciertas personas es no tenerla.
La pregunta es: ¿y dónde estaremos los votantes? Lo veremos, dijo el tuerto; no lo creo, expresó el ciego; sí, dijo alguien… ¿Quién?
La escritora argentina Claudia Piñeiro a propósito de su nueva novela, Las maldiciones, en entrevista dijo que “alguien puede llegar a la política por muchos motivos. Unos más legítimos, otros menos. También por error, por desidia. O por no saber decir que no”. Luego comentó: “Uno no sabe dónde está el huevo y dónde está la gallina, sin que uno se dé cuenta totalmente. El que vota se conforma con una sola frase, que me diga lo que yo quiero escuchar y lo voto, sin analizar cosas más profundas que están quedando de lado totalmente”.
Agregó que es “…el pensamiento crítico que falta y la disponibilidad, esa cosa de voy a pensar esto para ver si tienen razón, en realidad hay una cosa deglutida, como que todos tienen las cosas más fáciles para digerir y que ese proceso anterior lo haga otro y me diga qué es lo que me conviene”.
Dicen que detrás del pedo viene la mierda, y nosotros nomás oliendo (ni siquiera como los chinitos).
De cinismo y anexas
Me preocupa (los políticos dicen “me preocupa y me ocupa”) que la maldad esté al rojo vivo –hay rojo muerto, eh, bien lo sabemos-, y nos cruzamos de brazos y sólo nos ponemos a orar, lo cual ‘ta güeno, pero el mundo necesita de algo más; cada quien sabrá “ese algo más”. Alejandro González Iñárritu expresó: «No nos ponemos en la piel del otro. No escuchamos ni entendemos a estas personas [los migrantes]. Falta humanidad, misericordia y empatía».
Y el escritor Óscar de la Borbolla en el prefacio de su libro más reciente El arte de dudar: “Contra el signo más sobresaliente de nuestro tiempo, la prisa, ofrezco la duda como preventivo y contención. Dudar permite frenar la precipitación del juicio y las acciones que son mera reacción. Quien duda considera y reconsidera, pesa y sopesa, discierne y distingue; en una palabra, hace que su vida sea resultado de la elección y no esa inercia de quienes se pierden en el coro aborregado de la sociedad”.
Ahí se ven.