A mí también
Por: Zaira Rosas
A mí también me ha pasado, me han gritado, me han chiflado, me han acosado y han despertado en mí el miedo, pero también el repudio, el coraje y la impotencia de sentir que no puedo hacer nada, me ha pasado que alguien me diga sin pena, sin conocerme las cosas más obscenas, y no ¡no me gusta! Y tengo la certeza de que a ninguna mujer le gusta sentir el asedio, de que ninguna mujer se siente alagada cuando le chiflan o le persiguen sin su consentimiento.
Me ha pasado que después de eso tengo que seguir caminando, tragarme mi enojo y fingir que no está ocurriendo nada, aunque esto me pase todos los días, sin importar la ropa que lleve, porque desde pequeña te enseñan a vestir “decentemente”, pero ¿quién le enseña a esos hombres el respeto?, evidentemente no es un problema del género, no se trata de presentar a las mujeres siempre como víctimas, es un problema social.
La sociedad es el problema, porque día con día hemos normalizado actos atroces, el acoso es otra de nuestras omisiones, otra de las cosas que una persona calla por temor a ser juzgada. Recientemente Hollywood destapó a distintos personajes de la industria que han sido acusados por acoso, por violación sexual u hostigamiento, la situación se popularizó por el número de personajes señalados, por tratarse de figuras de gran poder en la industria, por la fama de las víctimas y por los patrones presentados.
Hay quien daba por hecho que para crecer en el mercado cinematográfico la única forma de hacerlo era a través del uso del cuerpo, esta situación se hace extensiva en muchos países, en México también ocurre, la misma Kate del Castillo habló de cómo las actrices son presentadas a quienes compraban publicidad, cual prostitutas, este hecho se ha normalizado durante años, haciendo sentir a las víctimas que el acto es necesario y que de lo contrario serán bloqueadas, pero lo peor es cuando alguien no está de acuerdo, las víctimas tienen miedo a hablar y ser señaladas, este patrón ocurre no sólo en la industria cinematográfica, ocurre con cualquier persona vulnerada, el miedo impide la expresión y el opresor se empodera del silencio.
El movimiento #YoTambién o #Metoo ha empoderado a hombres y mujeres que han sido asediados, este movimiento ha hecho que cada vez más personas cuenten su experiencia, unas más fuertes que otras y en todas se puede apreciar como muchos han callado por temor a ser juzgados, a ser reprendidos o despedidos cuando el acoso se da en medios de trabajo y en cierta forma considero que aunque nunca es culpa de la víctima, las víctimas terminan sintiéndose culpables.
Como sociedad nuestro trabajo es empoderar el talento, es esfuerzo, la honestidad, y hemos empoderado a quienes triunfan sin importar si lo hacen a costa de los demás, hemos otorgado el poder a los opresores, cuando deberíamos darlo a los verdaderos líderes que promueven el crecimiento de los demás. Es nuestro deber gritar, hacerlo más alto si no nos escuchan, pero aprender a nunca callar actos que no deben quedar impunes, re educar a la población para aprender respeto, pero también solidaridad y hacerle ver a las víctimas que la culpa no es suya, es de nosotros. Sin embargo unidos vamos a señalar a los verdaderos culpables, vamos a dejar de lado el miedo y a construir las bases para un futuro donde mujeres y hombres tengamos la certeza de estar seguros, de crecer a base de dedicación y esfuerzo.
Los verdaderos líderes piensan en el bienestar de todos, no oprimen a otros, ayudan a los oprimidos a descubrir sus talentos y trabajar en conjunto, esas son las personas que deberían dirigir todas las industrias y países, personas con consciencia social y decididas a actuar para ver el cambio que todos deseamos en el mundo. Si alguna vez a ti también te ha pasado, no tengas miedo, habla y señala a los culpables, juntos exhibamos a quienes tanto daño han generado.