INFLUENCIA COMPRADA
Por: Zaira Rosas
Todos tenemos un grado de influencia en alguien, puede que a veces no sepamos en quién y por ello en todo momento hemos de ser responsables con los ejemplos de vida o consejos que damos. Con la llegada del mundo digital y de redes sociales a través de las que se comparte constantemente la vida, el grado de influencia ha crecido.
Claramente existen personas que con millones de seguidores pueden volverse un referente para todas estas personas, de ahí la necesidad de que tantas marcas e instituciones les busquen para compartir con sus audiencias mensajes específicos. A estos personajes tan reconocidos en el mundo digital le llamamos influencers, y se han vuelto tan reconocidos y necesarios debido al grado de confianza que los usuarios les otorgan.
Recomendaciones de productos, guías sobre puntos turísticos, puntos de opinión y mucho más, son algunos puntos con gran valía, una simple mención puede costar miles o millones según sea el alcance. El impacto es tal que vimos la necesidad de partidos políticos en contratar a quienes podrían garantizar que los indecisos eligieran a sus candidatos, sin embargo, como ya sabemos el mejor ejemplo de su poder fue mostrado por el ahora Gobernador de Nuevo León, quien gracias a su esposa impactó en un Estado e incluso ahora quizás está en la mira como presidenciable para toda la Nación.
¿Pero qué hay detrás de figuras tan poderosas? Uno de los conflictos detrás de todos los consejos y recomendaciones es justo la falta de honestidad de muchos de ellos, con miles de pagos detrás es muy sencillo hacer afirmaciones sobre productos cuyos beneficios no son realmente los anunciados, resulta simple para el benefactor hablar de los atributos y bondades de un partido o instituciones en las que ni ellos creen.
Lo peor llega cuando unos cuantos llegan a creer en este tipo de personas debido a los muchos seguidores comprados, pues en realidad el grado de confianza es inexistente. La llegada de internet y la creación de personajes con tanto poder pero tan poca responsabilidad, obliga a los gobiernos a prestar mayor atención sobre el mundo digital, regular el uso de plataformas sin llegar a la invasión o a la coerción de libertades e incluso analizar la fiscalización de las ganancias de quienes lucran con su popularidad.
Y contrario a lo anterior también existen casos de fraude donde el grado de influencia que se muestra es excesivo pero la realidad es que se trata de comercios inexistentes, que utilizan comentarios o perfiles falsos para acreditar su reputación y engañar a figuras cautivas que de inmediato caen en el encanto de fotografías de productos maravillosos que en realidad ni siquiera existen. Esta es una de las formas más comunes de estafa de la actualidad.
¿Cómo evitar caer en alguno de estos modus operandi? La solución es sencilla, antes de adquirir un producto conviene analizar a quienes lo están recomendando, revisar a detalle los perfiles y la actividad que realizan, pero sobre todo corroborar la identidad y veracidad de los vendedores y buscar en todo momento a referentes cercanos como familiares y amigos.
Respecto a estas figuras en ámbitos públicos o políticos, hemos de considerar que también son ciudadanos, por ende, cumplen un derecho, sin embargo, ellos mismos deberán ser más éticos y responsables con su poder de comunicación, tal como en su momento tuvieron que hacerlo medios de prensa, radio y televisión, hoy estos medios han extendido su dominio al mundo digital.